lunes, 28 de febrero de 2011

¿Y se llama Real Madrid?

En su Artículo 2, relativo a la Naturaleza jurídica y objeto, los Estatutos del club señalan que “el Real Madrid Club de Fútbol es una entidad Deportiva que tiene como objeto y fin dedicar su actividad y patrimonio a conseguir, de forma primaria y principal, el fomento del fútbol, en sus distintas categorías y edades y, de forma general, la práctica de todos los deportes que determinen sus Órganos Rectores”. “De igual modo –continúa-, como complemento, podrá promover el desarrollo de la cultura física, moral e intelectual de sus afiliados, facilitando las relaciones sociales y el espíritu de unión entre ellos”.

Esta declaración de intenciones refleja sin dejar lugar a la duda la esencia de lo que debe ser el Real Madrid Club de Fútbol. Afirma la razón de ser de una entidad plasmándola desde la línea 4 de los citados Estatutos hasta la línea 12. Sienta la base del fin que debe regir los desvelos de dirigentes y empleados de la sociedad… pero se queda sólo en palabras. La realidad demuestra que precisamente sus supuestos guardianes se pasan la “Constitución Madridista” por el forro del incumplimiento. Los Estatutos les imponen una obligación: “de forma primaria y principal, el fomento del fútbol, en sus distintas categorías y edades…”. Entonces ¿por qué el Real Madrid no tiene categoría femenina?
A don Florentino Pérez Rodríguez se le atribuye esta frase: “El fútbol femenino no es rentable y no interesa” (El Confidencial, 31-10-2009).
Sería muy rentable, por ejemplo, no ser objeto de escarnio si un día se presenta uno de sus socios (o socias, que para pagar el fútbol del Real Madrid también es femenino) en la puerta de la flamante Ciudad Deportiva para hacer una prueba a sus hijos, que como millones de personas en el mundo sueñan con jugar en este equipo. Y mientras a su hijo “varón” se le permite la entrada, a su hijo “hembra” se le niega. ¿Y si se presentasen cien? ¿O mil? ¿Sería rentable el daño a la imagen del Real Madrid? ¿Acaso así se ayuda a “promover el desarrollo de la cultura física, moral e intelectual de sus afiliados, facilitando las relaciones sociales y el espíritu de unión entre ellos”?
Como la comparación siempre hay que hacerla entre iguales, y aunque ahora quizá sean menos iguales que nunca, el Barcelona debe ser un buen ejemplo. El club azulgrana, también en féminas y desde hace muchos años, está realizando una labor encomiable con un objetivo claro: ser campeón. Su presupuesto se aproxima a la cifra de 375.000 euros (lo que supondría la friolera de un 0,08% del actual presupuesto del Real Madrid, 450 millones). Fuentes cercanas a clubes de Superliga creen que ser campeón de la Liga Nacional de Fútbol Femenino estaría a su alcance si invierten sobre los 500.000 euros (un 0,11% de los dineros blancos) y que luchar por la Copa de Europa quizá les hiciera llegar a los 750/800 mil euros (un 0,17% de los fondos del club merengue). En cualquiera de los casos el coste del fútbol femenino sería siempre un cero a la izquierda en el presupuesto económico del Real Madrid, pero sumaría en la nómina de simpatías a la hora de apuntalar la percepción de señorío, el respeto a su esencia y la adaptación a los tiempos que vive el designado como Mejor Club de Fútbol del Siglo XX.

Dicen que no hay nadie más pobre que quien sólo tiene dinero. O quien sólo piensa en él. Los Estatutos del Real Madrid reflejan que bajo la excusa de la rentabilidad no admiten todo. Sólo hay que limitarse a cumplirlos desde su Artículo 1, Denominación. Que, por cierto, señala: “Los presentes Estatutos regirán la vida de la Entidad Deportiva denominada REAL MADRID CLUB DE FÚTBOL” y no “REAL MADRID CLUB DE FÚTBOL MASCULINO”.

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